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domingo, julio 15, 2012

LA PARADA 43 BIS


                                                                                       LA PARADA 43 BIS

En la parada de la línea 43 del autobús urbano, frente al palacio de justicia, apareció estampado un horrendo amasijo de sangre, carne y heces. El alumbrado público todavía estaba encendido cuando comenzamos con el procedimiento previo al levantamiento del cadáver. Mientras esperábamos instrucciones, el forense, más psicópata que artista, disfrutaba marcando con un rotulador el contorno que dejaban los restos de aquel hombre, que sonreía tras el vidrio, sin importarle ya nada. 
Aquel muerto estaba dentro de un cristal de sílice fundido en una sola pieza de ocho metros cuadrados por 250 milímetros de espesor.  Calcule que pesaría alrededor de cuatro mil ochocientos kilos; con lo que, seguramente, para traerle hasta aquí, hubieran podido usar un camión con grúa. Lo que no pudieron hacer; de ninguna de manera,fue descargar la alhaja dejándola sobre el vértice izquierdo sin que hubiese algún anclaje que la sujetase al pavimento.  Observando desde la derecha, pude ver como su lado más corto, de apróximadamente dos metros, se levantaba en un ángulo de 11 grados desde el otro extremo, quedando a unos pocos centímetros del suelo; los suficientes como para que el equipo de la científica sacase alguna muestra. 
No di más vueltas a su alrededor. Me quedé frente a él, mirándole a la cara. No era capaz de apartar la mirada de los ojos del cadáver, que brillaban con agudeza. Incluso pensé que podía seguir con vida a pesar de que sus redaños estaban tan desparramados y retorcidos, que ningún casquero nos hubiera dado un duro por él.
     —Tiene una curiosa expresión gorgoteo exultante Sebastián, que ya había calculado todas las revistas forenses donde publicaría su artículo del caso.
    Tal y como hubiese aparecido en un recorte de viñeta remató el “chupatripas”.
              ¡Mira que eres gilipollas, Sebastián! ¿Es que no ves más allá de tus narices? Piensa un minuto, y deja de decir bobadas.  Le espeté.
Sólo entreví el cogote del forense cuando me dejó plantado, pero le quedé agradecido. Me dio un momento de paz que aproveché para llamar al interventor, que llegó más tarde, acompañando al jefe de policía con el que fui a revisar las grabaciones de las cámaras del juzgado.
Estaba convencido que nada me podría sorprender, pero me equivocaba: Mientras repasábamos los contenidos de las grabaciones hasta el medio día, Sebastián llamo voceando desde el otro lado de la calle. —  Bridstone, ¡Se mueve!
 —¿Qué? ¿El que se mueve?
     —¡El cadáver! ¡se mueve! ¡se mueve!— gritaba Sebastián,histérico
Volví la cara hacia los monitores de la sala de control y ahí estaba, arqueándose mientras destilaba sangre. Se movió durante horas, escullando hasta inundar cientos de finísimos canales que formaron cruces, arcos y líneas conectados entre sí.
Antes de que se pusiera el sol, los conductos se unieron formando dos circunferencias concéntricas, a modo de corona, conectada en su interior por las puntas de un triángulo equilátero dentro del que se contraían las asaduras de aquel desdichado.

 El jefe no quería ver más, y salió del cuarto de control en busca del supervisor que ordeno finalizar con el levantamiento. Estaba claro que aquel pellejo no podía quedarse frente al juzgado, pese a que, seguramente, para el abogado JP.  Irrabud, (del que supimos su nombre un año más tarde), hubiera sido la única forma de ser recordado.
 El cuerpo de bomberos hizo un trabajo excelente, sacando y trasladando a JP hasta el depósito de decomisos.  Nunca dejó de moverse, ni tampoco consintió que diéramos carpetazo al asunto, porque después de un año, en el que dejó de ser motivo de cuentos escabrosos e interesados por parte de la prensa amarilla, nos llegó una carta manuscrita por Irrabud y alguien más. 
¿Se preguntan si averiguamos algo del agresor? 
La respuesta es “No”. Pero les leeré el contenido, y juzguen ustedes:





                                                                                           Bilbao, 28 de diciembre 2011

Esta es la resolución de “Al-Qaiium”, a favor de JP Irrabud, bautizado y agnóstico de procesión.
Para el esclarecimiento de lo acontecido y la instrucción de los hechos, recojo aquí, QUE:
El Sr. Irrabud ha sido un hombre que vivió entregado a lo inmediato, ha dispuesto de tiempo y recursos para superar a los demás y esto ha satisfecho su ego.
Ahora agoniza. Su instinto le alerta y se agita furioso. El sudor empapa su frente y desespera ante la incertidumbre. 
Ninguna de las criaturas de los universos es ajena en las coordenadas de la consciencia, ni ninguno de sus pensamientos es ineficaz cuando la curvatura dimensional fluctúa hacia la "Clara Luz".
Este hombre, siempre pragmático, expresó un deseo al extraño heraldo sin cuerpo que le escuchaba. No deseaba morir, ni ser olvidado, porque la última de las muertes es el olvido y tras eso no podía esperar nada. 
Resuelvo:
 A la vista de los precedentes arriba descritos, y para que conste públicamente,
  QUE:
 El Sr. Irrabud no muera, pero que tampoco viva, porque esto sería un agravio para sus semejantes, que deben resignarse a perecer sin haber comprendido el sentido de su existencia. 
Que mire pero que no vea.
 Que esté siempre alerta, pero nunca consciente de lo que sucede a su alrededor, para que su mente soporte el presente y el futuro agotados.
Que su corazón lata, pero sin que ninguna emoción altere su ritmo para que se cumplan sus aspiraciones. 
Para ello yacerá dentro de un recipiente adecuado que le separe del mundo de los vivos y de los muertos, como es propio en todos aquellos que renunciaron a morir.
                                                                                                                                              Metatrón. 
Verdaderamente, el procedimiento dio resultado; ya no está muerto.O mejor dicho, no ha terminado de morir— dijo entre dientes el bedel del depósito acordándose, de como en más de una ocasión, JP lloraba.




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La parada 43 bis by Yolanda Fernández Sadornil is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
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