La única libertad que disfruto plenamente, sin que me multen por exceso, es la de pagar. Son insaciables. Nunca tienen bastante. Una legislatura tras otra caen los derechos adquiridos con sudor y lágrimas con un pretexto económico. Nunca tienen en cuenta que cuando se consolida algún derecho es porque la sociedad lo reclama para poder progresar. Lo fácil es sentarse con la calculadora y emborracharse de poder. No les importa en absoluto que cada día haya más familias rebuscando en la basura de los hipermercados, ni que el tejido empresarial, casi siempre formado por empresas pequeñas o familiares vaya a la quiebra por sus incoherencias.
Su mandato al margen de sus ideales, conservadores o socialistas, se reduce a la gestión de los recursos, y para eso, hay muchos más formados y capaces que ellos: No necesitamos políticos, al menos de este pelo. Necesitamos representantes capaces de defendernos como si fuéramos su familia, no sólo “cercanos” como afirman en sus mítines de diseño psico-social-“re-marketingzado”.
Necesitamos gente que trabaje con mayúsculas, y no los de siempre, que curiosamente, somos los que menos cobramos y más pagamos.
Recortan siempre donde estamos los más indefensos, y con el revuelo consiguen que no nos acordemos de que el montante más importante queda indemne a los tijeretazos de esta caterva de corruptos impresentables. Ahí siguen los coches oficiales, los traductores de catalán y las dietas falsas. Lo paradójico es que cuando una gestión ha sido fraudulenta el culpable no paga con su patrimonio: Una vez más paga el pueblo.
Espero que levantemos la voz, que les recordemos que nosotros somos el pueblo soberano y ellos están a nuestro servicio, que ser político no es una vía rápida para alcanzar una condición social por encima de la inmensa mayoría, si no una vocación de servicio.
La raíz del mal siempre es la misma: el dinero. Por eso abogo por que les bajen el sueldo a la mitad, y les supriman dietas. Y como el trabajo es salud también propongo que alcancen el derecho a la jubilación a la misma edad que nuestros becarios. Seguramente, así, podrían menos empeño en salir electos, y por tanto tendrán que pedir menos préstamos a los bancos que ahora, han de subvencionar con dinero de todos: Ya se sabe, los favores salen caros, y más los de un banco.
Sería justo verles en esa tesitura, porque ellos no tienen ningún reparo al enfrentar a los creadores de riqueza, empresarios y trabajadores, como gallos de pelea. Me pregunto cual será el paso siguiente cuando hayan acabado con la gallina de los huevos de oro. ¿Vender el patrimonio?
Debemos manifestarnos, como mejor sepamos porque ahora, más que nunca, esta en juego el futuro de nuestros hijos y el legado de nuestros padres. Aunque pensemos que nuestra opinión no cuenta, la unión de sólo una parte de la población cambiaria el rumbo de historia.
El absolutismo mercantil por Yolanda Fernández Sadornil se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
No hay comentarios:
Publicar un comentario